SOLEDAD

 ...sola, soledad.


En la inmensidad de mis pensamientos, en un torbellino de ideas e iniciativas que fraguan o se pierden, en un día a día caótico y contrarreloj o despejado y apaciguado, en las horas más débiles o en los momentos más felices,... siempre estás presente, soledad. Y es que, te disfrazas con tantos vestidos, de tantas formas, que eres imperceptible e inevitable, se que aparecerás, y seguro que llevas tiempo aquí cuando te descubro. Hoy mereces que hable, que te tenga más presente que nunca. Hoy quiero que bailemos juntos, acompasados y mirándonos fijamente a los ojos desde el inicio hasta el fin de estos acordes.

Cuando más te siento, cuando más haces acto de presencia e invades mi mundo, donde más te sientes fuerte y poderosa es en el momento en el que me ves solo, sin tareas pendientes, sin otros ojos donde cruzar palabras, solo, ahí es donde más te noto. Soledad, como otra cualquiera, seguramente como la que sienten ellos, pero en mi haces un verdadero trabajo de ornamentación, en mi vuelcas todas tus energías para salirte con la tuya y hacerme sentir vacío. Es por ello, sin tal vez, que siempre quiero rellenar mis horas con tareas, a veces incómodas, y estar ocupado evitando que seas tú quién me ocupe.

Ven, baila ahora conmigo, ven y agárrame fuerte porque quiero mirarte a los ojos y decirte, "soledad", que ahora el ritmo lo marco yo, que ahora yo te voy a invadir con las ganas de no hacer nada y no sentirme culpable. Voy a envolverte con una sombra luminiscente que te cegará, que te hará retrotraerte hacia algún escondite donde tengas que aguardar otra oportunidad. Sí, espera otro momento, porque seguro que los habrán, pero no ahora.

Soledad, ¿por qué te arriesgas a venir a visitarme cuando estoy rodeado de personas? ¿Acaso piensas que voy a darte el permiso de abrazarme? Me haces reflexionar en estos momentos, te comportas, te sientas a mi lado y me susurras en el oído que ahora es tu momento, me haces olvidar a la/s persona/s que tengo delante para adentrarte en mi mente y no dejar que me concentre en otras miradas, otras palabras, otras caricias. Me abrumas, soledad. Me llenas con tus ganas de salir de aquí, y casi lo has conseguido.

Pero la oportunidad de dar oportunidades...contigo se han acabado, ya no quiero seguir siendo un prestamista de sentimientos tristes para que tu te enriquezcas y crezcas, ¿y luego? No creo que vayas a devolverme ni una moneda de estas, una moneda donde a ambos lados existe la misma cara, el aislamiento. Y no, mejor deja de visitarme, no te voy a dejar entrar. No quiero volver a tenerte cerca cuando esté ocupado con unas caricias, con unas miradas,...

El tiempo te atrae. Creo que es como el carbón que alimenta tus entrañas y te hace voraz conmigo. Devoras cada segundo que empleo en mi bienestar, en mi alegría y felicidad. Consumes e intentas eliminar cada escalón que me acerca a lo que los griegos definían como "Eudaimonia". Esa bella palabra que tatuada en mi muñeca recorre cada día mis venas con tinta que no podrás eliminar, jamás. Soledad, en el tiempo te vuelves veloz e impides que avance a otro ritmo, siempre quieres arrastrarme y empujarme, gobernarme y no respetarme.

Pero ha llegado a mis ojos, una de las palabras más bonita de la cultura japonesa, "Nankurunaisa". Y es por ella que hoy quiero escribirte, bailarte y mirarte a los ojos, llevarte con mi ritmo, con mis pasos. Por qué esta palabra me dice que "con el tiempo se arregla todo", y ese tiempo lo marco yo. Ahora me toca remar y he decidido que las teclas de este piano sean tocadas lentas, sin prisas, con dedicación y profundidad, Nyman o Ludovico estarían orgullosos de acompañarme en este "tempo". Pero tú no estás invitada, soledad.

Por alguna extraña razón te desvaneces poco a poco. ¿No quieres bailar conmigo? ¿Te frustra que sea yo quien te dirija? No quiero ganar una guerra, no quiero ser vencedor. Soledad, quiero que me acompañes en mi vida, pero con unas dosis que yo pueda manejar, con unos ritmos que se puedan gestionar desde la tranquilidad, desde un corazón pleno y una mente despejada. 

Ven, sube a este velero que va a zarpar, pues necesito que ates el foque y me ayudes a virar o a orzar cuando sea necesario, porque, soledad, gracias a tu compañía he podido campear temporales, gracias a tu brazo tendido he podido pensar más allá de lo que ven mis ojos, por ti he podido reencontrarme en momentos en los que estuve perdido y es por tí que hoy dedico mi tiempo, ahora que que estoy solo, es aquí con este baile donde quiero darte la oportunidad de acompañarme.

Comentarios

Entradas populares