EL REGRESO

...a donde nunca debí dejar.

¿Qué curioso no? Siempre te he tenido presente, nunca te había olvidado, pero tampoco había dado el paso de volverte a escribir, a expresarte, a sentirte... Una vez fuiste mi tablero de ajedrez donde poder trazar una estrategia para calmar mi ansiedad por expresar lo que sentía, lo que vivía, lo que imaginaba. Y ahora, no creo que sea curioso, la verdad, vuelvo para gritarte que se me está desgarrando el alma y pudriendo los sentimientos por no saber, no querer, compartirlos en estas líneas. 

Te olvidé, en cierto modo, te quise olvidar para dar paso a otras necesidades que día a día me iban absorbiendo. En realidad lo intenté, intenté romper con esa época en la que era muy frágil e intentaba cobijarme en un teclado y un té caliente. Y ya ves, he vuelto, todo vuelve, incluso esa fragilidad que pensé que había desterrado de mi vida.

¿Te pongo al día? 

Lo haré despacio, lo haré intentando recordar porqué quise tapar mi fragilidad emocional con el transcurrir de los días, y así, seguro, entenderé porqué hoy estoy sentado en el sofá, con lágrimas en los ojos, abriendo mi pecho y expulsando todo el peso que me ha traído hasta este momento.

Mi resumen del año 2012 fue la penúltima vez que te escribí, ya estaba forjando lo que a día de hoy es mi vida. Sigo aquí, con penas y glorias, tal vez más de lo primero, pero con unos momentos felices que pesan como una noche oscura. "Conócete, acéptate, supérate". Eso me dije en ese diciembre de 2012, tal vez fuese premonitorio, y hoy estoy en esos lares, volviendo a conocerme o a reconocerme. Y no me reconozco, pero me ayudo con perspectiva para volver a ser.

Me he desilusionado con mi corazón, pensaba que tenía latidos para rato, pero me lo he dañado. Creo que he tocado las agujas del reloj, y he dañado el mecanismo. Mathias Malzieu estaría furioso por no haberle hecho caso. En cierto modo, reconozco esa sensación de tener paciencia y analizar porqué pasan las cosas, por lo que, en cierto modo, también, creo que puede repararse esa mecánica. Voy a intentarlo, tengo que intentarlo. ¿Sabes por qué? Porque la vida me ha regalado una hija, un tesoro, una joya, un proyecto de futuro donde poder plasmar todo lo bueno que he vivido, que vivo y que viviré. Y sí, suena tópico, pero es mi aliento.

Los años me han dado dos momentos duros con parejas que fueron increíbles pero donde no supe desarrollarme. No las culpo, no soy una persona fácil. A veces visceral y excitado, a veces emocional y pausado, pero he logrado controlarlo, he logrado domar las reacciones, ¿será bueno restringirse de esa manera? Tal vez me equivoqué escogiendo esa decisión, pero como se ha dicho ya "soy fruto de mis errores, más que de mis aciertos". Y no estoy orgulloso, porque por delante me he llevado ilusiones frustradas de personas que confiaron, apostaron y se dejaron llevar. 

Han sido épocas donde he estado y estoy en el ojo del huracán, donde he preferido comportarme como una veleta y dejarme llevar por las direcciones de los golpes que aparecen y desaparecen. Me he convertido en un sparring de mis propias decisiones, aguantando golpes que he generado, que he influenciado, y que sin quererlos, he recibido con mucha dureza. Aguantando el paso de los días como una frondosa secuoya, enraizada y estable, firme, altiva, y sin expresar un ápice que me estaba pudriendo por dentro. Sin expresarlo porque no era consciente de ello.

No quiero olvidarlo, quiero aprender. No quiero empezar una nueva vida, quiero continuarla. Creo que entender lo que siento en cada momento, ponerle nombre y valor...es gracias a no querer olvidar lo peor que he sentido en toda mi vida, el desprecio y la soledad. Soledad, rodeada de gente, intentando no estar solo, pero en soledad. Pero esto dará para otro capítulo.

Ahora, vuelvo a estar en el centro de todas las miradas. Pero antes de ahora, he estado en continuo aprendizaje y como te he dicho la vida me dio los mejores momentos que he vivido hasta ahora, con mi hija, su proceso de creación y con su madre. Jamás olvidaré nada de eso, porque no quiero obviar que la mejor etapa de mi vida, hasta ahora, han sido ellas. Es difícil escribirlo sin emocionarse, porque ese mismo sentimiento, enzarzado, exponenciado y endiosado, lo tomé como referencia de felicidad. Caso error. ¿Por qué lo hice? ¿Acaso no podía ser feliz y ya está? ¿Por qué tuve que decidir que a partir de ese momento, siempre tenía que ser igual?

Quiero contarte que, intentar entender cada instante de tu vida, desgasta, y mucho. Y tener que darte cuenta que al tomar decisiones trascendentales para tu vida, para sus vidas, ha sido un error...es como un veneno que muy despacio se apodera de tu jardín de felicidad, marchitando toda flor, toda planta que hay, cada ilusión y cada recompensa por las cosas bien hechas, cada sonrisa que diste o que te regalaron. Te pudres, y no lo sabes, te vas, te alejas de ti mismo, te hundes y naufragas, pero no eres consciente porque estás pendiente a intentar recuperar esa felicidad que adheriste a tu mente como idílica, y te abandonas. Por dentro, te quedas vacío de sentimientos. Estas en soledad.

Y quiero contarte, también, que cada mañana, los rayos de sol harán todo lo necesario para que cuando una semilla caiga en el jardín de tu fortaleza, germine. Y yo, ahora, veo unos rayos de sol que comienzan a calentar con decisión un corazón que va camino de convertirse en algo inmarcesible.

Gracias por dejar escribirte.


Comentarios

Entradas populares